Si la numismática se centra en el coleccionismo de monedas, la notafilia se dedica al de billetes y papel moneda en general. Son dos mundos paralelos pero permeables: raro es que un coleccionista de monedas no se haga con algún billete y viceversa. De todas formas, cada uno tiene sus especialistas y sus convenciones particulares. Decidirnos por uno u otro tiene mucho que ver con nuestro gusto personal, pero hay algunas características objetivas que nos pueden hacer inclinar la balanza.
Tabla de contenidos
Factores que afectan al coleccionismo de monedas o billetes
Durabilidad
A simple vista, ya nos damos cuenta de que las monedas, metálicas, duras, son más perdurables y fáciles de conservar. Al final, los billetes son unos papeles muy delicados con los que tenemos que tener mucho cuidado, pues ya sabemos que una doblez minúscula puede afectar al grado de conservación y, en definitiva, a su valor. Y no pensar ya en que se nos caiga una gota de café encima, menudo disgusto…
Método de conservación y archivo
También la manera de archivar los billetes ha de ser más atenta. El exceso de humedad o de temperatura puede ser mortal para los pobres. Lo mejor es guardarlos en un fichero de fundas de poliéster, en un armario fresco y seco, lejos de la calefacción. Y, de vez en cuando, pasar revista para comprobar que todo esté en orden. En este sentido, las monedas son más troteras, podemos guardarlas en bandejas, en cartones de mylar, en cápsulas… Eso sí, debemos utilizar siempre artículos específicos para numismática y notafilia.
Apariencia y detalles
Y seguimos con la apariencia. El billete es todo dibujo y color. Al tener más espacio, las estampaciones de los billetes tienen más enjundia. Con unos cuantos dibujos podemos revivir un momento histórico, con escenas, mapas, símbolos, paisajes, personajes, y hasta fragmentos literarios o citas. Además de datos como el número de serie, firmas… Desde luego, un billete viene cargado de información.
En cuanto a las monedas, al ser más pequeñas, no tienen espacio para tal despliegue dibujístico. Su poder de atracción tal vez esté más en su antigüedad, en el vértigo que da imaginar por las épocas y manos que han pasado, en su tacto y su sonido.
Volumen de mercado
En cuanto al mercado, hay que destacar que el notafílico es mucho más reducido. Es lógico, ya que, aunque en el siglo XVIII circulaban vales reales, los billetes clásicos empezaron a difundirse a gran escala en el siglo XIX. Son unas criaturas frente a las monedas, que llevan en el mundo más de 2.600 años. Esto implica que hay muchísimas monedas, de precios variados, hasta podemos encontrar algunas muy económicas, y es fácil comprar y vender. Por otro lado, al estar numerados, es más fácil seguir los ejemplares que salen al mercado y ver si son de nuestro interés. La numeración nos asegura que nuestro ejemplar es único. También se usa para dar un sentido extra a una colección, por ejemplo, adquiriendo billetes de números correlativos, o de numeración baja, o de capicúas, etc… Como el mercado de billetes es más pequeño y joven, no hay muchos especialistas.
Falsificaciones
Y, ¿cómo andamos de falsificaciones? ¿Afectan por igual a billetes y monedas? Pues sí. Monedas falsas ha habido siempre y el papel moneda, desde su nacimiento, ya ha contado con medidas para evitar el fraude (filigranas, texturas…); incluso algunos billetes llevaban un mensaje disuasorio: “pena de muerte al falsificador”. Claro, la materia prima era de lo más corriente y, al tener más valor fiduciario eran falsificaciones muy golosas. En cuanto a billetes y monedas falsas de época, que podemos adquirir a sabiendas, también tienen su fuerte nicho de mercado.
De todas formas, la comercialización masiva a través de internet, con todas las ventajas que conlleva, también hace que sea rentable falsificar piezas de poco valor, que pasan por buenas a ojos de un coleccionista desprevenido. Lo mismo pasa con el comercio de réplicas ilegales, no marcadas directamente o con la marca tan disimulada que pasa desapercibida. Ante todo esto, sólo podemos defendernos con el conocimiento, estudiando, comparando, y acudiendo siempre a casas de subastas o comerciantes que merezcan nuestra confianza.
En el mundo numismático también nos enfrentamos al comercio fraudulento de piezas expoliadas. Esto no sucede con los billetes, que nunca van a aparecer en una excavación o a golpe de detector de metales.
Ante esto, lo dicho, recurrir siempre a casas de subastas o comerciantes de confianza, y pedir factura, para no llevarnos sorpresas. Bueno, y no comprar monedas con restos de tierra…